Ciclismo Femenino
«El ciclismo es una fiesta y a nosotros los protagonistas a veces se nos olvida disfrutarla»: Diana Peñuela
Empezar el ciclismo profesional a los 25 años no fue un problema para Diana Carolina Peñuela. En su mente jovial la edad nunca representó un problema para encaminarse en el mundo competitivo, aún cuando no había cumplido con el ABC del ciclismo formativo pasando por clubes, ligas o equipos de categorías inferiores. Nunca fue por falta de voluntad, característica que le sobra. Fue una elección con tardía, pero con frutos evidentes que van más allá de colgarse medallas o llenar un palmarés con las mejores carreras.
«Decidí ser ciclista porque en la primera carrera que hice gané (risas). Desde pequeña quería ser deportista de alto rendimiento, hice danzas, porrismo, jugué tenis, practiqué patinaje. Lo intenté con el Mountain Bike, pero ya era grande para ganarle a las élite de Colombia. El día que cogí una bici de ruta gané mi primera carrera y dije que esto era lo mío. Escogí el ciclismo porque gané», recuerda Diana, quien a sus 33 años y con ocho años de experiencia en su haber se ha convertido en una de las ciclistas más admiradas del pelotón por su empeño, carisma y capacidad competitiva.
Al igual que el canadiense Michael Woods y el esloveno Primoz Roglic, Diana empezó su camino en el ciclismo pasados los 20 años, pero como ellos, empezó a demostrar sus condiciones atléticas en poco tiempo. En su trasegar atesora triunfos en clásicas regionales, Vuelta a Colombia Femenina, Tour de Gila y Joe Martin. Recientemente se adjudicó la plata en los Juegos Nacionales de ruta en Cartagena, y obtuvo un meritorio subtítulo en los Campeonatos Nacionales de CRI, después de entrenarse arduamente y compartir momentos inolvidables junto a la campeona del mundo Annemiek Van Vleuten.
«Me siento muy satisfecha por lo que he hecho, no he sido la fuera de serie o con las súper capacidades física. En la bicicleta no solo se sufre sino que se disfruta, yo he hecho mi carrera, he logrado triunfos que valen más que ganar un mundial. Para mí, ser amiga de Annemiek, vivir con ella dos meses y hablar sin decir qué ha hecho la una o la otra, es maravilloso. Todas esas experiencias, así como los mundiales con Colombia son mi mayores triunfos. Me siento satisfecha con mi carrera», dice Diana, siempre sonriente y reflexiva sobre lo que ha vivido en el ciclismo.
«Ha sido un proceso bonito, uno mira hacia atrás y dice: ¡seis mundiales! !uf, es mucho trabajo! Desde principio de año es el objetivo. El primer mundial que hice (Florencia, Italia 2013) no lo terminé, me bajé decepcionada y dije: ‘este no puede ser mi último mundial’. La evolución más importante de este proceso es que antes todos pensábamos en ir a mostrar la camiseta, ahora vamos a buscar un buen resultado. Ahora somos 3 o 4 niñas en competencia, creo que se ha logrado un avance bonito y favorable», destaca la caldense, que empezó a cultivar su amistad con Van Vleuten en el Campeonato Mundial de Bergen (Noruega) 2017. Allí, una vez finalizada la carrera, ambas intercambiaron la camiseta, un gesto futbolero llevado al ciclismo que dejó como saldo intercambio de contactos y un lazo, que lejos de ser protocolario, se ha convertido en hermandad, como quedó demostrado en la conexión de la campeona, a las 3:20 am de la madrugada desde su residencia en Europa, al en Vivo realizado con su amiga desde la cuenta oficial @fedeciclismocolombia.
«Desde ese momento ella quería la camiseta de Colombia para dársela a su vecina. Ella me dijo: ‘¿quieres cambiar la camiseta?’ ¡cómo decirle que no! Las cambiamos y le pedí el contacto porque tenía una compañera holandesa para enviarle un detalle a ella. Intercambiamos los números y cuando ella decidió venir al país, primero se comunicó con Esteban (Chaves) y luego me habló a mí, ahora hablamos mucho», cuenta con orgullo y sin presunciones.
«Fue muy bonito, una experiencia que me hizo valorar el deporte como tal. Ella llegó a Colombia a mi casa y me dijo: ‘esta es Annemiek, olvídate que soy la campeona del mundo’. La dejé de ver como la campeona, por eso fue que logramos una bonita amistad», dijo Diana, que en sus 60 días no solo fue una compañera de entrenamiento, sino una embajadora turística que le enseñó las bondades del país, ascendiendo puertos míticos como La Línea y el Alto de Letras.
«Fue bueno porque la solté (risas). Lástima que en Europa no hayan carreras sobre los 3000 msnm sino ganaría. Ella me decía que nunca había subido por encima de 2500, su cuerpo lógicamente llegó a un estrés fisiológico bastante agotador. Subimos varias veces, cuando subíamos desde Manizales empezaba más fácil que ella y se iba quedando un poquito pero cuando bajábamos un poquito de los 2000 sufría yo un poco».
Lee aquí las frases más destacadas durante la charla:
La cuarentena: «sigo enfocada en mi bici, hago rodillos, a veces hago hasta tres sesiones y lo combino con core. Sigo viviendo el ciclismo, viendo las carreras, me encantaría con swiff, pero nunca vi la opción de comprarlo porque estamos en un país tropical, donde si llueve se sale con chubasquero y botines y es algo que se aprovecha. Por eso tengo un rodillo y nada más, mi equipo sí ha hecho carreras por ahí, pero no tengo las herramientas y soy creativa con lo que tengo».
Rutinas en casa: «hace poco terminé de leer el libro de Sagan, se los recomiendo, ya he visto las carreras de las que él habla y es muy divertido. He encontrado bastantes libros sobre entrenamiento no solo físico sino mental, trato de leer más que ver películas o series, siento que si me pego a esas actividades pierdo el tiempo».
Definición como ciclista: «¿Hay categoría corajudos? Creo que esa es la mía. Yo en todas sufro, pero soy una corredora que es todoterreno, que soporta la montaña, y que llega al sprint, sin ser mejor en ninguna de las dos».
Referente: «lo que quisiera ser para ellas (las ciclistas jóvenes) es ser un ejemplo de superación y de tratar de perseguir los sueños. Yo empecé a montar en bici a los 25 años y a pesar de que haya dificultades, que las capacidades no sean las perfectas no importa, hay que luchar y seguir los sueños y creer en ellos, en que se puede y poner todo el empeño para lograrlo, es lo que quisiera que vieran en mí»
Su llegada al UHC: «Fue como haberme ganado el Mundial (en Richmond 2015), fue el momento más bonito y más especial de mi carrera. Yo aún acuerdo y se me salen las lágrimas. En la meta después de pasar los cubículos de prensa, me estaba esperando la directora del UHC y me preguntó: ‘¿ya tienes algo firmado? es que queremos tenerte en el equipo. Me pidió el teléfono y le dije que dónde firmaba. Esa noche fue como si me hubiera ganado el título mundial, era mi primer contrato como profesional, ya no tenía que pensar en hacer rifas, juegos y espectáculos. Me pagarían por ser ciclista, fue algo muy lindo».
Su adaptación: «ese año fue muy duro porque fue de clasificación a los olímpicos de Río. Mi equipo quería que fuera Corin Rivera y habían cuatro niñas que iban seguras a los Olímpicos. Teníamos la actual campeona de CR, y yo era la pelada que había acabado de salir de un equipo de criteriums. Yo tenía mis sentidos y expectativas para aprender todo, me choqué con la realidad, no hay secreto, todos son diferentes, no podía copiar nada porque mi organismo era diferente. Fue duro. La primera vez que hacía Clásicas en Europa, que tenía que trabajar para un equipo. Me dieron la confianza de que era un proceso, que tenía que aprender y yo pensé que no me renovaban contrato, pero me dijeron que iba a seguir. Y al siguiente fue lo mismo, hasta que al tercer año empecé a ganar carreras, sabían que yo daba más de mi 100% por el equipo y eso fue lo que hizo que creyeran en mí año tras año. Pienso que tengo mucho por aprender y crecer, no me siento estancada. Por mi edad a veces me comparo con otras personas, pero en realidad soy joven en el ciclismo y siento que aún tengo mucho por hacer».
El fin del ciclo con UHC: «Fue muy duro, no fue algo que yo quisiera, el equipo se acababa ese año. Para todos fue duro, cómo íbamos a superar eso, una familia que se ganaba todo, donde íbamos ganábamos. Fue un duelo duro pero aún sigo en contacto con todas y casi todas quedaron en equipos súper buenos. Cada vez que nos vemos en Europa nos respetamos y nos ayudamos en el pelotón, y mi contrato de este año se dio porque a la entrenadora le dije que donde ella estuviera me llevara, que yo le podía trabajar, por eso se dio lo del Team Tibco».
Su experiencia en Alé: «un equipo europeo es diferente a uno estadounidense. En USA creen en los procesos, nunca te dicen que eres muy malo, te dicen: cree, ve, lucha. En Europa son un poco más crueles, porque si usted no responde, es malo, no sirve. Y pasar de ese proceso a otro es duro. Solo les interesan los resultados y no lo humano, pensé en renunciar al ciclismo, pero luego de ver hacia atrás sabía que era una etapa que tenía que vivir y quemar y sabía que si no aceptaba con el Alé, en otro equipo europeo no me iban a recibir por mi edad. Crecí mucho como persona, lloré mucho pero después todo eso me hizo crecer, me hizo valorar mis propios esfuerzos y mis condiciones».
El día que llevó a Annemiek a la Vuelta a Colombia Femenina: «Ya lo había pensando y dije: ‘que triste no poder orrer la vuelta y sabiendo que es en mi casa’. Le conté dije que la carrera principal salía de la ciudad y que era bueno salir a saludar las niñas, ella estuvo de acuerdo y ver que su imagen puede generar cosas buenas en otras personas, le parecía genial. Después me dijo que le encantó qué bueno que lo hicimos. Yo le dije podemos conseguir una persona en una moto que nos acompañe y me preguntó: ¿tú lo haces? le dije que no. Entonces salgamos solas, me respondió. Yo vengo a entrenar normal pero obvio, a uno sí le da susto, pero nunca nos pasó nada, la gente se portó bien».
Perseverante: «no me detengo, creo que mi mayor ejemplo de perseverancia fue el año de Richmond sin saber quién me iba a recibir, donde iba a dormir, pero esa era mi única oportunidad para llegar al ciclismo profesional, de seguir compitiendo porque era el año de Juegos. Ningún equipo me quería apoyar porque los recursos salían de cada departamento. Un contrato no va a llegar a tu casa, así sea la más capo del mundo eso no va a pasar. Si uno no busca las oportunidades es imposible que lleguen solas».
Los Olímpicos: «me encantaría ir a unos Olímpicos, pero dejó de ser mi objetivo número uno, porque nosotras no debería ser rivales. Ir a ese evento se vuelve una guerra que no es sana, trae muy mala energía y por estar buscando eso se olvida todo el proceso, ser equipo, de buscar el bien para el país. Se vuelve una guerra entre la gente y me parece como frustrante, y así sepas el que debe ir, a veces las selecciones no son las correctas o no se hace un verdadero ciclo, y llegar a medias o llegar a última hora, me parece muy desgastante. Si se da, muy rico, entrenaré de la mejor manera, nunca he pensado ir a los Olímpicos por participar y luego tatuarme los aritos. No es ir a pasear. Decidí no desgastarme más con ese sueño porque es difícil y se pierde el proceso deportivo».
Diálogo entre aspirantes: «Muy poco, porque todas queremos ir. Ese es el trabajo del seleccionador, de revisarlo, qué niña tiene las mejores capacidades para afrontarlo y quién está en la mejor capacidad de hacerlo. Es algo que dejamos en las manos de ellos, que no podemos entrar a exigir porque produce es un desgaste. Hasta la misma Annemiek me decía que solo dejaban participar a 60 niñas, y que hay otras carreras más bonitas, más duras, con 160 niñas».
Buena actitud en Yorkshire: «lo que pasó, en mi caso, es que yo quedé enredada, sufrí una avería y cambié de bici. Estaba en la bici de repuesto y ya era difícil llegar al grupo principal. Entonces dije: ‘me he preparado para este mundial, vine hasta acá y no voy a venir a un Mundial para montarme al carro o terminar con una cara larga´’. Decidí terminar y hacerlo de la mejor manera, siempre lo siento así, que hay que disfrutarlo, era respirar ese momento y llenarme de esa alegría, que estaban tomando cerveza, gritando. El ciclismo es una fiesta y a nosotros los protagonistas a veces se nos olvida de disfrutarla».
Evolución: «falta mucho, lógicamente, pero lo mejor que hemos podido ver pienso que es el equipo Colnago, la representación que tienen. Es un equipo que salió con muy buenas bases, con un muy buen equipo, que trabajan juntas y que es un equipo continental por decirlo así. A mí me gustaría en el momento que esté decidiendo retirarme, ser parte de un equipo como Colnago, asesorarlas, mostrarles, ser la capitana y mostrarles de una forma más cercana cómo correr, ayudarlas en ese proceso».
¿Dirigiría?: «A mí me gustaría dirigir pero después de hacer el proceso adecuado, no hacerlo empíricamente, sino haber estudiado la licenciatura, no solo dirigir desde la experiencia sino desde la academia».
Sus cambios: «Antes era mucho más velocista, era más joven y hacía más gimnasio, menos fondos. Cuando empecé a correr en Europa a pesar de que era rápida no tenía la fuerza suficiente para llegar, empecé a cambiar mi forma de entrenar para ser mucho más resistente. Ahora soy mas fuerte, resistente y los años de competencia te forman. Cuando ya has corrido bastante guardas para el final, ya no saltas aquí ni allá, saltas cuando debe ser, es un proceso chévere».
Con su equipo en la Vuelta Femenina: «si las carreras se cancelan y no se trasladan, sería la oportunidad para traerlas a la Vuelta Femenina, todas estarán encantadas de venir a Colombia. Ese va a ser el problema, que todas van a querer venir».
La situación del Covid-19: «Pienso que ha sido un respiro para el planeta, me llevo tan bien con Anita (Sanabria) porque soy más animalista que humanista. Es algo que la tierra necesitaba, necesitábamos aprender de eso, estábamos expuestos a eso, pienso que la tierra manda, hay que cuidar el planeta en el que vivimos y enseñarles a ellos que podemos reciclar, que con pequeñas acciones podemos hacer grandes diferencias. Pienso que nuestro país ha tenido una buena evolución con esto, creo que lo hemos sabido llevar y controlar y si lo seguimos haciendo así podemos hacer la diferencia».
El ataque de Annemiek en Yorkshire: «fue algo que planeó desde antes, se lo dijo a su entrenador y le dijo que si, que lo intentara. Ya sabía que era plan y nunca miró para atrás».
Documental en Colombia: «Fue una experiencia linda, el que la entrevistaba era un holandés muy formal. Espero que varios lo vean, tiene imágenes muy lindas de Colombia, no solo ella se fue con una buena impresión, sino ellos también. La gente cree que Colombia todavía es drogas, pero vienen y ven que Colombia es un país tranquilo, especialmente en Manizales. La gente es amable, iban a comer donde querían y solos. Annamiek vino por un mes y volvió a finales de enero. Cuando empezó el Covid me dijo que pensó en venir para Colombia, pero le dije que ya estaba todo cerrado».
La admiración de las niñas: «Me decía que todas me veían como un Dios, y yo le decía que todos la admiramos porque ser la campeona del mundo. Se fue feliz por lo que hizo, por ver la alegría de la gente y el momento compartido con ellas».